lunes, 2 de julio de 2007

CONFESIONES

El año no comenzó como hubiese preferido tiempo atrás, pero claro, mucho de lo que uno quiere y desea no va más allá de eso: un pensamiento en estado potencial y sin concreciones.
Inicié este ciclo con la intención de empezar una nueva vida, como si fuera tan simple deshacerse de la “vieja” y desprenderse del pasado. Es cierto, uno no puede vivir de recuerdos, alimentando el ayer, lamentando lo que ya se hizo en su momento... Pero también es verdad que el pasado condiciona pensamientos, comportamientos y sentimientos en el presente; o por lo menos a mí me limita, a veces me bloquea y muchas otras me impide avanzar.
Por mucho tiempo creí que no podía soltarme, desatar lazos que yo misma ligué con las personas del pasado. Aunque no es que no pudiera, que era imposible liberarme de relaciones anteriores, la verdad es que no quería.

Durante meses estuve mintiéndome a mí misma, especulando con que todo tiene solución, que hay vueltas atrás, que el amor todo lo sufre pero también todo lo perdona. Pero, ¿en qué clase de mundo se aceptan esas creencias?... en un mundo de fantasías e ilusiones, en la mente de un lunático que alimenta su imaginación con quimeras.
Sin embargo, la mentira no puede durar mucho tiempo más, o por lo menos no “quiero” darme el lujo de que así sea. Mi mundo ideal llegó al colapso y comenzó a resquebrajarse desde el momento en que se estrelló con el mundo real.
Hoy me despierto, respiro, “veo con los ojos abiertos”·, escucho sonidos por doquier, siento (tristeza, alegría, miedo, nostalgia), piso el suelo, toco los objetos que me rodean... Éste es mi mundo real, el espacio en el que habito, desempeño roles, sobrevivo, palpito; el lugar que no puedo modificar a mi antojo, donde no puedo satisfacer mis caprichos. Y me molesta, me lastima, me incomoda, me desafía, me envuelve, me asfixia... a veces tanto, que tengo ganas de retornar al otro mundo. Ese me gustaba mucho más, en él me sentía libre, podía ser yo misma sin tener que escuchar la desaprobación de nadie; en éste mundo era grande, fuerte, tenía el dominio de las cosas, movía a mi antojo las piezas del tablero, y hasta me convencí de que “la vida es bella”.

Todo mi pasado está marcado de ilusiones, fue construido principalmente en el mundo ideal. Incluso los proyectos del futuro son piezas que hallan sus bases en sueños y meros deseos. Pero el presente, este momento reclama mi atención, me enfrenta al mundo real, me obliga a la acción, y es aquí donde me siento más indefensa que nunca: hoy no tengo armas para declarar la guerra a este mundo, simplemente porque no aprendí a usar los instrumentos que la realidad me ofrece.
Mi mundo ideal fue durante largo tiempo el “real”, lo creí así, y es por eso que me cuesta abandonarlo y dejarlo atrás. Quise resistirme a la transición de lo ideal a lo real aunque supiera que era lo correcto, porque me siento despojada de aquello que es mío, que forma parte de mi dominio personal.
Admito que el viaje no es para nada divertido. Duele resignar tantas cosas, lastima y más cuando entro a un mundo que se muestra reacio, cruel, rebelde, insensible. Aquí se ponen en juego las mismas cosas pero se defienden con otras armas. Entran en contienda los valores, la supervivencia del más apto, la toma del poder, la superación de los obstáculos. Pero mis armas quedaron obsoletas para esta guerra en la que todo vale. El sentimentalismo, la justicia, la fidelidad, el compromiso en las relaciones, los sueños... ya no me sirven, o por lo menos son inútiles mientras no aprenda a combinarlas con nuevos mecanismos de defensa.
El mundo real es racional, competitivo, superficial, injusto, irresponsable, “objetivo”, aplasta viejos valores. No me gusta, no me consuela, y menos me llena, y tal vez me moleste tanto porque tiene el dominio de mí misma y eso me hace sentir pequeña.

Este día me encuentro en el mundo real. Mis miedos, mi resistencia al cambio, mis heridas... nada de ello desaparece. Pero estoy aprendiendo a manejar nuevas armas: la racionalidad, la soledad aunque tenga compañía, el control de mis sentimientos. Con todo ello quiero evitar posteriores desconsuelos.
Hace ya bastante tiempo apareció en la escena una persona: me cuida, me quiere, me divierte, me acompaña, me da seguridad. Pero no es suficiente... quiero certezas, garantías, precisión y tranquilidad, no porque él no lo demuestre, sino porque yo misma estoy empezando a encontrarlas personalmente.
Ya no quiero estar pendiente de terceros y que tampoco alguien se sujete de mí. La mecánica de la dependencia, ya no funciona. Y esta mirada ya es un aprendizaje...

domingo, 1 de julio de 2007

ME OPONGO...

Hagamos honor a los malhumorados, a quienes andamos por la vida cuestionando la realidad, y en muchos casos alcanzando límites impensables.
Aunque muchos desmientan mis intenciones, cuando no hay nada mejor para hacer, una buena alternativa contra el ocio improductivo es el acto de hacer catarsis y canalizar protestas...

Hoy me opongo a las bromas de mal gusto que me juega el azar:
Protesto porque en el shopping, cada vez que quiero utilizar la escalera mecánica para subir, funciona en sentido contrario...
Protesto por el sistema de transporte de la Ciudad y las “frecuencias” tan poco frecuentes...
Me opongo a las publicidades que emplean como recurso para captar la atención del público el la provitamina B5, “Lk-sei defensis”, el “bio puritas”, el “actio regularis”, el “ácido asetil salicílico”, y toda una sarta de tecnicismos que sabrá Dios el significado que tendrán....
Me opongo a comprar plasmas, en vez de televisores pantalla plana; a consumir fibras en vez de maíz; a tomar leche fortificada con calcio, hierro y cincuenta mil bacterias menos que aquella que bebían nuestros abuelos en el campo...
Protesto porque ya no se comercializa la leche cultivada; ni dulce de leche con chocolate (Piedra Libre, Bagley)...
Me opongo a todo “pseudo ciudadano” que diga con total naturalidad: “el sistema funciona así, no tenés que preguntarte por qué funciona así”. Esta también es la Patria que parió a muchos mediocres.
Me opongo a contestar gentilmente a los pesados que no se cansan de llamar telefónicamente para ofrecer servicios de internet, banda ancha, plazos fijos, tarjetas de crédito. Maldigo a la “mente brillante” que dijo que el telemárketing funciona, cuando en realidad es una herramientas válida para romper las pelotas.
Me opongo a quienes tienen la maldita costumbre de “economizar” caracteres y escribir mensajes de texto con errores de ortografía. Es un insulto al idioma, aunque como diría una amiga “increíblemente seguimos entendiéndonos”; yo me resisto a seguir entendiendo "a medias"...
Alguien más que desee sumar gritos de protesta? Los escucho!

AMPLITUD DEL LENGUAJE (Fontanarrosa)

Desde que las insignias se llaman pins; los maricones, gays; las comidas frías lunchs, y los repartos de cine, castings, Latinoamérica no es la misma. Ahora es mucho más moderna.
Durante muchos años, estuvimos hablando en prosa sin enterarnos.
Y, lo que es todavía LoPeor.com, sin darnos cuenta siquiera de lo atrasados que estábamos. Los niños leían revistas en vez de cómics, los jóvenes hacían fiestas en vez de parties y after parties, los estudiantes y gremialistas pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios, sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware.
Yo, en la primaria, hice aerobics muchas veces, pero en mi ignorancia, creía que hacía gimnasia. Afortunadamente, todo esto ha cambiado. Hoy, todos somos más modernos, y a los latinoamericanos se nos nota el cambio simplemente cuando hablamos, lo cual es muy importante...
Cuando estábamos estudiando con todo para dar un parcial en la Universidad, decíamos “estoy hasta las bolas o hasta los huevos”, cuando en realidad, no nos dábamos cuenta que estábamos a full, que queda mucho mejor, y es un wording mucho más simple ¿viste?.
Cuando decidíamos parar un poco para comer o tomar algo, decíamos “la cortamos y vamos al bar a comer unos patys”; no nos dábamos cuenta que en realidad estábamos haciendo un break y ahora iríamos a Mc Donalds a comer unas burgers...
No es lo mismo decir bacon que tocino –aunque tenga igual de grasa-, ni vestíbulo que hall, y cuando jugamos al polo o golf con ventaja no es lo mismo que handicap.
Las cosas, en otro idioma, mejoran mucho y tienen mayor presencia. O en el peor de los casos, son más cortas.
Desde que Nueva York es la capital del mundo y mejor aún, Miami la capital de Latinoamérica, nadie es realmente moderno mientras no diga en inglés un mínimo de cien palabras. Desde este punto de vista ya estamos completamente modernizados. Ya no tenemos centros comerciales, ahora son todos shoppings o malls.
Es más, creo que hoy en el mundo no hay otra lengua que nos iguale. Porque, mientras en otros países toman solo del inglés las palabras que no tienen o bien porque sus idiomas son pobres, cosa que no es nuestro caso, o bien, porque pertenecen a lenguajes de reciente creación, -como el de la economía o el de la informática-, nosotros, eso sí, más generosos, hemos ido más allá, hemos adoptado incluso las que no nos hacían falta.
Lo cual demuestra nuestra apertura y nuestra capacidad para superarnos.
Así, ahora, por ejemplo, ya no decimos facturas, sino cookies, que queda mucho más fino, ni tenemos sentimientos, sino feelings, que es mucho más elegante. Y de la misma manera, sacamos tickets, compramos compacts, usamos kleenex, comemos sandwichs, vamos al pub, hacemos footing (nada de estar caminando así nomás) y, los domingos, cuando salimos al campo –que algunos, de los más modernos, llaman country- y en lugar de acampar como hasta ahora, hacemos camping. Y todo ello ya digo, con la mayor naturalidad y sin darle apenas importancia.
Los carteles que anuncian rebajas, dicen sale 20% off, y cuando logramos meternos detrás de algún escenario, ya estamos en el backstage.
Obviamente, esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han cambiado nuestro aspecto, que ahora es mucho más moderno y elegante, es decir, más fashion.
Ya los hombres no usan calzoncillos, sino slips, lo que permite marcar el bulto con más soltura que a nuestros padres; y cuando uno se afeita, a continuación se echa after save, que deja la cara mucho más suave y fresca que el tónico que usaba mi abuelo.
En la oficina, el jefe ya no es el jefe, es el boss, y está siempre en meetings con la PR public-relations o IT information & Technology, o va a hacer business junto con su secretaria, o mejor, assistant. En su maletín de mano, al revés que los de antes, que lo llevaban repleto de papeles, lleva tan sólo un teléfono celular, una personal computer y un fax-modem, no lleva una agenda de papel, sino un ­Palm Top, por si acaso.
Aunque seguramente la secretaria hace mailings y trainings, y cuando acaba el trabajo va al gym a hacer fitness y aerobics. Allí se encuentra con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del body-building y del yogurt light, y cuando acuden a un cocktail piden roast-beef, que, aunque parezca lo mismo, es mucho más digestivo y engorda menos que la carne.
En la televisión, entretanto, ya nadie hace entrevistas ni presenta, como antes. Ahora hacen interviews, talk shows y presentan magazines, en lugar de los programas de revistas que dan mucha más presencia aunque aparezcan siempre los mismos y con los mismos collares.
Si el presentador dice mucho o.k. y se mueve todo el rato, al magazine se le llama show –que es distinto de espectáculo-, y si éste es un show porno, es decir, tiene carne, se le adjetiva de reality para quitarle la cosa podrida que tiene en castellano.
En las tandas, por supuesto, ya no nos ponen anuncios, sino spots, que, aparte de ser mejores, nos permiten cambiar de canal o hacer zapping.
El mercadeo ahora es el marketing; las franquicias comerciales, franchising, el supermercadismo, merchandising, el autoservicio, el self-service; el escalafón, el ranking; la carne, es un steak; y el representante es manager, y la entrega a domicilio es el delivery. Ya no hay cuentapropistas, sino entrepeneurs, y el viejo y querido margen entre la compra y la venta se llama mark up. Y, desde hace algún tiempo, las personas importantes son vips; los auriculares, walkman; los puestos de venta, stands; los ejecutivos, yuppies; las niñeras, baby-sitters, y los derechos de autor, royalties, y cuántas cosas más...
Para ser ricos del todo y quitarnos el complejo de tercermundistas que tuvimos algún tiempo y que tanto nos avergonzaba, sólo nos queda ya decir “siesta” (la única palabra que el español ha exportado al mundo, lo que dice mucho a favor nuestro) con acento americano.